La cocina es mi rincón preferido; el alma y el calor de mi hogar. No importa si mi vida o mis circunstancias han cambiado. Alrededor de mi mesa con sus platos hondos y llanos estarán mis seres queridos y con ellos mi corazón. Una buena cocina está llena de amor. Lo que sé, me lo enseñó alguien que amó mucho y amó bien. Un hombre esencialmente bueno que cocinaba de maravilla, mi padre. Por él, por mis hijos y por esos otros amores que llenan mi día a día, vivo y cocino.

jueves, 12 de enero de 2012

AÑO NUEVO

He estado fuera, no me lo tengáis en cuenta.
No he hecho ninguna entrada de navidad propiamente dicha, aunque tengo las fotos de dos estupendas ensaladas que adornaron mi mesa en Noche Buena y Noche Vieja. Algo ligero para no sufrir de colapso digestivo. Las pondré, lo prometo.
Estas han sido unas fiestas diferentes y yo acumulo nostalgias de año en año, pero conseguiré, digo yo, remontar el vuelo. Es lo que tiene que ser.
Hay que tener nuevos propósitos para este año que empieza. Si soy sincera, los pocos que me propongo cada año se pierden en algún rincón escondido hasta que llega el año siguiente. No voy a enumerarlos todos para no aburrir al personal, pero uno que no se puede dejar en el olvido es este pequeño rincón que empecé con tanto entusiasmo y que por un bache en mi existencia tengo un poco abandonado. Hay que echarle ganas y volver a sonreír como antes cuando entraba en la cocina y experimentaba con todo lo que caía entre mis manos. Me sentía grande, me atrevía con casi todo y me encantaba.
Lo que nos suele pasar a los piscis es que ahora estamos entusiasmados y a los cinco segundos arrastramos un saco lleno de penas y desasosiegos. Mis hijos dicen que soy un tanto bipolar.
También tengo que proponerme sonreír más, pasar un poco más de las cosas y sentirme satisfecha. Cosas sencillitas y alcanzables, solo hay que proponérselo. Enfinnnnnnnsssssssss.
Ahora solo quiero desearos, con un poquito de retraso, un buen 2012... feliz, completo y especial.