La cocina es mi rincón preferido; el alma y el calor de mi hogar. No importa si mi vida o mis circunstancias han cambiado. Alrededor de mi mesa con sus platos hondos y llanos estarán mis seres queridos y con ellos mi corazón. Una buena cocina está llena de amor. Lo que sé, me lo enseñó alguien que amó mucho y amó bien. Un hombre esencialmente bueno que cocinaba de maravilla, mi padre. Por él, por mis hijos y por esos otros amores que llenan mi día a día, vivo y cocino.

jueves, 19 de abril de 2012

PEQUEÑOS DETALLES

La vida está llena de pequeños detalles, pequeños gestos, frases, palabras, sonrisas.
 Hoy me han dicho algo precioso que no esperaba. Hablabamos de la diferencia entre tintinar y titilar, de ahí derivamos a las estrellas y después a las estrellas que aparecen en nuestro camino, en nuestra vida.
El caso es que por unas cosas y otras y otras y otras, yo no sentía la misma ilusión por este rincón, ni siquiera por la cocina. Ayer, preparando un bizcocho de chocolate (que sube el animo una barbaridad) puse la música a todo trapo y me marque unos pasos de baile, mientras untaba el molde con mantequilla, vertía la masa en el mismo y lo metía en el horno al compás de las "Sugababes". En casa deben pensar que estoy loca, pero eso me hizo ver las cosas con otra perspectiva, desde la distancia que da el subidón del cacao y el desenfreno de la música disco y pensé "Que demonios ¡venga, Lía! ¿que más quieres? En este momento, lo tienes todo y estás como siempre, con el miedo a disfrutar, a ser feliz, a lo que pueda pasar, al presente" Soy de esas personas que siempre piensa en lo siguiente, en lo de después, en lo próximo, en el futuro y me olvido del ahora, del instante, de este momento. Y es ahora cuando hay mil motivos para sonreír, para disfrutar, para ser feliz, para ayudar, acompañar, compartir, para estar, para dar. ¿Yo soy una estrella en tu camino? Tu eres mi oportunidad de aprender y de saber hasta donde soy capaz de llegar por ti y por mi.
Es hora de volver... a la cocina, a la vida, a las risas, al no pensar, al sentir...
Seguro que estáis pensando que la de hoy va a ser una receta de Bizcocho de Chocolate... pues va a ser que no. Hoy la receta será de Torrijas (dulce por excelencia de la Semana Santa) y ¿mañana? Mañana, Dios dirá.

TORRIJAS (como las hacía mi padre)

Ingredientes:

Una barra de pan para torrijas.- Decir que ahora existen en el mercado toda clase de panes para torrijas. En mi casa, antes de estos avances, se utilizaba el pan normal de todos lo días, pero dejándolo de un día para otro. Yo compre una barra de las especiales, pero también se que hay muchas compañeras que hacen su propio pan para esto. Lo dejo a gusto del consumidor.
Huevos
Leche
Azúcar
Una cucharada de azúcar vainillado
Canela
AOVE

Preparación:

Cortar la barra de pan en rebanadas de dos dedos de grosor. Las barras especiales ya llevan las marcas para el corte, pero a mi me parece que queda demasiado gruesa.
En un recipiente, viertes un litro de leche con varias ramas de canela, azúcar al gusto (a mi me gusta muy dulce) y una cucharada de azúcar vainillado, dar vueltas regularmente y llevar a ebullición (un par de minutos).
En una sartén añadimos abundante AOVE que ponemos a calentar. Tiene que estar bien caliente, así conseguimos que se doren pronto por fuera, pero el interior queda blandito y jugoso.
En un plato bates uno o dos huevos (según la cantidad de pan) y en otro plato ponemos leche. El proceso es: rebanada mojada (bien mojada, empapada por las dos caras) en leche y luego en huevo y a la sartén. Las doramos por ambos lados y las sacamos para dejarlas en una fuente sobre papel absorbente.
Dispones las torrijas en un recipiente hondo las espolvoreas de azúcar y viertes la leche con cuidado hasta cubrirlas. Las torrijas nadan en leche literalmente. A cada ratito hay que ir dándoles la vuelta para que cojan la leche por igual. Se pueden tomar calientes, templadas o frías. A mi me encantan frías. Para conservar las que te queden (si quedan), las cubres con papel de plata y a la nevera.
Mi padre también las hacia con vino blanco, pero como a mi no me gustaban, no conozco la receta y no las he hecho nunca.
Hay miles de detalles en la cocina que me recuerdan a él. Lo que se de este pequeño mundo, lo que hago y lo que invento, es gracias a él. Aunque tengo preparada una receta en su honor (su famosa empanada) cualquier cosa que yo preparé en la cocina tiene su espíritu y su cariño. Va por ti, papasiño.